Tener hijos es uno de los mayores dones que Dios y la vida conceden a la familia. Sin embargo, muchos hombres sienten que, tras formar un hogar, sus ingresos ya no crecen al ritmo que desean y que los gastos de los niños los dejan «estancados». Esta sensación es comprensible: las necesidades de un hijo aumentan con cada etapa y la falta de apoyo público incrementa la presión sobre el proveedor.
Según el informe El coste de la crianza 2024 de Save the Children, el coste medio mensual de criar un hijo en España se sitúa en 758 euros y ha crecido un 13 % respecto a 2022. Estos importes, junto al aumento de la pobreza infantil y la baja natalidad, explican por qué tantos hombres se preocupan por su futuro financiero. En este artículo analizaremos las razones de ese estancamiento y, desde una visión que reivindica la complementariedad de los sexos y el liderazgo masculino, ofreceremos estrategias para fortalecer la economía del hogar.
El coste de la crianza: datos que impactan
Criar a un hijo no solo requiere amor y paciencia; también implica un presupuesto creciente. Save the Children advierte que la llegada de un bebé aumenta los gastos existentes y añade otros nuevos: cuna, cochecito, pañales, material escolar, transporte e incluso teléfono móvil. Su informe revela que el 34,5 % de los niños y adolescentes españoles están en riesgo de pobreza, diez puntos por encima de la media europea. Además, la organización calcula que el coste medio mensual de la crianza ha subido a 758 euros por hijo debido a la inflación que encarece alimentos, energía y suministros.
Otros estudios apuntan que el gasto es aún mayor en las primeras etapas de la vida. Un análisis de la Fundación RedMadre, basado en datos de la Federación de Usuarios Consumidores, afirma que el primer mes de vida de un bebé cuesta de media 1.910 euros, sumando cuna, colchón, cochecito, sillita, bañera, trona, productos de higiene y alimentación. Si se considera el primer año, el coste oscila entre 6.000 y 11.000 euros, y hasta la mayoría de edad puede superar los 104.000 euros. España, además, es uno de los países de la Unión Europea con menos ayudas a las familias: la prestación por hijo a cargo apenas llega a 24,25 euros al mes y solo una de cada diez familias la recibe. Las cifras muestran que la crianza requiere un esfuerzo económico continuo y que la falta de apoyo público agrava el problema.
¿Por qué los padres se sienten estancados?
Aunque tener hijos llena el corazón, la realidad económica puede generar frustración. Diversos factores explican por qué muchos hombres sienten que no avanzan:
- Aumento de los precios: La inflación y la subida de suministros hacen que el salario real rinda cada vez menos. Save the Children señala que la subida del 13 % en el coste de la crianza se debe sobre todo a la inflación en bienes esenciales.
- Único ingreso familiar: En el modelo tradicional, el hombre asume el rol de proveedor principal mientras la mujer se dedica al hogar y a los hijos. Si el sueldo no aumenta o el empleo es precario, la familia depende de un solo ingreso para pagar vivienda, alimentos, educación y ocio.
- Impuestos y prestaciones escasas: España ofrece pocas ayudas directas a las familias y muchas prestaciones están congeladas desde hace añosMientras en otros países europeos las familias reciben ayudas mensuales superiores, aquí la carga recae casi totalmente sobre el padre.
- Cambios culturales y presión social: El mandato bíblico de «creced y multiplicaos» y la idea de un matrimonio para toda la vida se han debilitado. La sociedad valora más el consumo, los viajes y la comodidad, y muchos jóvenes posponen o evitan tener hijos para no comprometer su estilo de vida. Esto genera un entorno poco favorable para quienes sí asumen la responsabilidad de ser padres.
- Tiempo dedicado al cuidado: Según el informe Estado de los padres del mundo 2023, los hombres dedican solo 19 % de su tiempo libre al trabajo doméstico y de cuidados, mientras que las mujeres dedican 55 %, lo que muestra que la carga recae principalmente en ellas. Esta distribución hace que el padre se concentre en generar ingresos sin poder compartir la carga de cuidados, aumentando el estrés y la sensación de estancamiento.
Recuperar el liderazgo masculino y la complementariedad de roles
El sentimiento de bloqueo no debe llevar a renunciar a la paternidad ni a la familia. La clave está en recuperar el liderazgo masculino y reafirmar que hombres y mujeres no son iguales, sino complementarios. El padre, como cabeza del hogar, está llamado a proteger y proveer; la madre, a criar y educar. Ambos roles son igual de dignos y se potencian mutuamente: mientras el hombre se enfoca en obtener los recursos que sustenten a la familia, la mujer administra el hogar, educa a los hijos y cultiva un ambiente de amor y respeto. Cuando estos roles se cumplen con generosidad y sin comparaciones, la familia se fortalece.
El feminismo radical propone la igualdad absoluta y el intercambio de roles, pero esta ideología ha llevado a que muchos hombres se alejen de su naturaleza y mujeres se sientan culpables por querer dedicarse al hogar. La familia tradicional respeta la diferencia y entiende que el amor es servicio: el marido se sacrifica por su esposa e hijos, y la esposa responde con apoyo y ternura. Recuperar esta visión no significa que el padre no participe en tareas domésticas o que la madre no pueda aportar ingresos, sino que cada uno asume su rol primario y coopera en las tareas del otro cuando es necesario, sin renunciar a su identidad.
Estrategias para mejorar la economía familiar
Sentirse estancado no es inevitable. Con disciplina y orden, es posible mejorar las finanzas y dar una vida digna a los hijos. Estas estrategias se inspiran en principios de economía doméstica y en consejos de expertos en presupuestos:
Elaborar un presupuesto familiar
Un presupuesto permite saber cuánto dinero entra y cómo se gasta. Según especialistas en educación financiera, todos los presupuestos comienzan con una lista de ingresos y gastos mensuales y requieren revisar las cuentas bancarias para no olvidar ninguna factura. Un estudio citado por InCharge.org indica que el 84 % de las personas que elaboran un presupuesto reconocen que suelen gastar más de lo debido. El presupuesto debe revisarse cada mes y ajustarse según los objetivos familiares.
Registrar y controlar los gastos
Es fácil ignorar los malos hábitos de consumo si no se lleva un registro. Al realizar un seguimiento de los gastos se identifican patrones, se reducen las compras impulsivas y se evitan fugas de dinero. Las aplicaciones de presupuestos y las cuentas bancarias en línea facilitan este control. Otra opción es usar una libreta o una hoja de cálculo y anotar las compras diarias.
Priorizar las necesidades
Antes de gastar, distingue entre necesidades y deseos. Los gastos esenciales son la vivienda, la alimentación, la salud y la educación de los hijos; los demás deben ajustarse al presupuesto. Reducir el ocio costoso, comprar ropa en temporada de descuentos y cocinar en casa son hábitos que liberan recursos.
Saldar deudas y evitar créditos innecesarios
Las deudas de tarjetas o préstamos al consumo devoran el presupuesto con intereses altos. Hay que priorizar su pago y evitar adquirir nuevas deudas que comprometan el futuro. Es preferible ahorrar antes de financiar una compra.
Ahorrar para emergencias y el futuro
Un fondo de emergencia de tres a seis meses de gastos brinda tranquilidad ante imprevistos. Además, destina un porcentaje de los ingresos al ahorro a largo plazo para la educación de los hijos o la jubilación. Ahorrar no es una opción, sino una obligación moral para quien lidera el hogar.
Buscar ingresos complementarios
El liderazgo masculino también implica creatividad para generar nuevas fuentes de ingreso. Algunos padres emprenden pequeños negocios familiares, trabajan horas extras o convierten su afición en un ingreso. La madre, desde su rol en el hogar, puede apoyar con actividades que no descuiden a los hijos, como ventas por catálogo, talleres artesanales o servicios comunitarios.
Educar a los hijos en la virtud y el ahorro
Involucrar a los niños en el presupuesto familiar crea hábitos responsables. Los expertos recomiendan que los hijos participen en algunas decisiones financieras, conozcan la diferencia entre necesidad y capricho y aprendan a valorar el esfuerzo que hace su padre. Esto fomenta la gratitud y la unidad familiar.
Confiar en Dios y cultivar la esperanza
Para muchas familias de fe, la providencia divina no es una excusa para la pasividad, sino una motivación para trabajar con más diligencia. Rezar juntos, asistir a la iglesia y practicar la caridad refuerzan la confianza en que Dios proveerá lo necesario cuando se actúa con responsabilidad.
Ejemplos de liderazgo masculino inspirador
A pesar de la cultura dominante, existen hombres que reivindican su rol de padres proveedores y líderes de hogar. Algunos atletas, empresarios y comunicadores usan sus plataformas para animar a otros a asumir su responsabilidad paternal. Por ejemplo, el futbolista mexicano Javier “Chicharito” Hernández ha promovido recientemente la idea de que los hombres deben recuperar su masculinidad y liderar a sus familias, animando a los varones a ser proveedores y protectores (citas en artículos anteriores). A su vez, figuras como Eduardo Verástegui defienden públicamente la familia tradicional y señalan que “el hombre es la cabeza del hogar”, insistiendo en que las mujeres merecen el apoyo y liderazgo de su esposo. Estas voces, aunque muchas veces criticadas por la cultura dominante, recuerdan que la masculinidad bien entendida no se opone a la mujer sino que la honra y la complementa.
También hay movimientos masculinos internacionales, como los grupos de “paternidad responsable”, que animan a los hombres a pasar tiempo de calidad con sus hijos, a enseñarles valores y a servir de ejemplo moral. Estudios del Banco Interamericano de Desarrollo demuestran que cuando los hombres se implican en el cuidado —no sustituyendo a la madre, sino acompañándola— mejoran la salud emocional y cognitiva de los niños y aumentan el bienestar de toda la familia. Estos ejemplos muestran que la autoridad paternal y la ternura no son excluyentes.
¿Qué debo hacer?
Sentir que no se crece económicamente al tener hijos es una realidad para muchos padres, pero no debe convertirse en una excusa para renunciar a la paternidad ni para adoptar ideologías que erosionan la identidad masculina. Las cifras sobre el coste de la crianza nos alertan de la necesidad de planificar, ahorrar y exigir políticas de apoyo. Sin embargo, la solución no pasa por negar la diferencia entre hombres y mujeres, sino por abrazar la complementariedad: el hombre lidera y provee, la mujer cuida y educa, y ambos se ayudan mutuamente. Con un presupuesto ordenado, hábitos de ahorro, una visión clara de los roles y la gracia de Dios, es posible dar a los hijos la vida digna que merecen y construir un futuro próspero para la familia.